¿Quién manda ahora en
los equipos?
Por si alguien no tiene dudas, tú vales como líder lo que
vale tu equipo.
Hemos pasado de la cultura del
líder omnipotente a la de la externalización y colaboración abierta. Ahora la clave
está en el equipo, que emana como nuevo centro de poder transparente y
compartido en las organizaciones transversales.
Reinventar el
presente es el nuevo paradigma de negocio.
En la era del camaleón todos,
independientemente de la posición que ocupamos en los equipos, somos clave
porque las compañías tal y como las hemos conocido hasta ahora necesitan
transformarse por completo.
En los últimos años estamos
presenciando cómo nos invaden las tecnologías. La nueva realidad abandonó los laboratorios
militares y se instaló en los garajes desde los que, sobre todo en Silicon Valley, nacieron en las décadas
de 1960 y 1970 las nuevas empresas de referencia. Esto ocurría cuando la II
Guerra Mundial empezaba a difuminarse en el recuerdo de los más jóvenes, hasta
el punto de que los fenómenos muchos más recientes como los protagonizados por Google y Facebook también buscaron esa épica del garaje que sumaba muchas
cosas: “Todos podemos”, “El equipo gana
siempre”, “Aporta o aparta”, “si te dicen que no puedes, contesta: mira como lo
hago”, “Reinventar el presente es el nuevo paradigma del negocio”.
Y esos modelos que han crecido
con tanta fuerza y rapidez en los últimos años, aupados por miles de
inteligentes jóvenes que en muchos casos rechazaban la formación ortodoxa para
confirmarse en el valor de su autoformación, se han abrazado al constante
cambio como el nuevo mantra de la economía, que ya no es de servicios. Ahora
consiste en la gestión de todos en clave de datos, y en ese océano ya no hay
más barcos que el de ”todos importamos”,
porque además de seres humanos, ahora somos producto. Esta es la razón por la
que la nueva realidad tecnología exige transformar todo lo conocido hasta el
momento. Y este cambio se construye por agregación con el liderazgo de todos,
por lo que ahora el problema radica en cómo gestionar tantas piezas, en claves
tan poco jerárquicas, con espacio en el mismo puzle.
Los líderes que sigan
pretendiendo apuntarse a titulo personal del éxito de su equipo probablemente
sobredimensionan de forma temporal su valía ante sus jefes o accionistas y
dinamitarán las posibilidades de inspirar y de comprometer a otros. No cometamos
la torpeza que hizo que tantas carreras profesionales descarrilaran. Valemos lo
que valen nuestros equipos. Fabriquemos un puzle en el que todas las piezas
quepan y encajen y hagamos que nuestro mayor éxito resulte ver cómo algunas, a
las que nosotros encontramos su espacio y sentido, mañana se convierten en
nuevos líderes de un orden superior que continuarán haciendo la revolución de
las personas y de las empresas. ■
ANTONIETA FAYER—JORGE SALINAS
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