La Asociación Española de
Entidades de Capital Riesgo (ASCRI) nace en 1986, sin ánimo de lucro, con la
misión principal de desarrollar y fomentar la inversión en capital de compañías
no cotizadas, así como la representación, gestión y defensa de los intereses
profesionales de sus socios.
Su misión es:
- Colaborar con la Administración para establecer y desarrollar el marco jurídico, fiscal y financiero adecuado para los inversores de capital de riesgo, así como para los destinatarios de la inversión.
- Facilitar la posibilidad de inversiones conjuntas de los socios de la Asociación para las operaciones de capital riesgo.
- Desarrollar y mantener un alto nivel ético y profesional en la gestión de todos los socios de conformidad con el Código de Conducta aprobado.
- Organizar conferencias, seminarios, coloquios o cualquier tipo de reuniones relacionadas, directa o indirectamente, con la actividad de capital riesgo
- Realizar y publicar informes, boletines, libros o estudios elaborados o financiados por la propia Asociación, o por aquellas entidades con las que la Asociación preste de algún modo su colaboración
- Se ha demostrado ampliamente que es necesario más capital riesgo para incrementar el ahorro, y que ésta es la condición para la recuperación económica. En muchas economías industrializadas existe la necesidad de ampliar el potencial productivo a través de la inversión en nuevas líneas de producción, nuevos productos, nuevos procesos y mercados; todo ello implica un grado elevado de incertidumbre. Sin un ajuste cara al futuro parece que o hay posibilidad de crear puestos de trabajo adicionales, ni para la integración en el mercado mundial de los países en actual despegue industrial. Hay también acuerdo en que las fuerzas directrices de la recuperación deben proceder más de las empresas que de las políticas de empleo gubernamentales.
El problema de política económica
que se debe resolver es un problema organizativo. La formación de capital y la
asunción de riesgos empieza a merecer la pena, Las empresas privadas deben
tener mejor acceso a los fondos que soportan el riesgo.
El riesgo económico ha aumentado
a lo largo de los últimos años. El desarrollo económico mundial se ha vuelto
muy inestable, mientras que las necesidades de capital riesgo aumentan. Por
esto es por lo que surge un cuello de botella en la formación de capital-riesgo.
Esto está relacionado, en primer lugar, con la formación insuficiente y el uso
inapropiado del capital en su conjunto.
Un ejemplo destacado de
despilfarro se puede apreciar en los cuantiosos apoyos que recibe España para
el desarrollo y activaciones de nuevos sectores de la economía y que
desgraciadamente vemos que no todo es invertido en aquellas empresas que lo
demandaban sino que el uso y aplicación de estos fondos han desembocado en la
inmensa caterva de corruptos que inunda nuestro país.
En estos últimos años, el
mantenimiento del consumo y del despilfarro de los recursos ha estado
financiado por créditos extranjeros, aumentando nuestra deuda pública que se
sitúa en 1.188.892,93 millones de euros en diciembre de 2019.
Cuando un país deudor, como es el
nuestro, se sitúa en los límites de la liquidez o de quiebra, quedan siempre
involucrados los gobiernos de turno, los bancos o las instituciones monetarias
que deben hacer uso debido de los capitales que se les confía.
Otro de los problemas que
constituye un impedimento especial para la financiación de capital es de
carácter institucional. Estas restricciones institucionales a la financiación
con capital propio son pues, abundantes. Merece la pena destacar las
regulaciones sobre el mínimo de capitalización para la incorporación y para la
cotización en Bolsa, que excluye a las pequeñas empresas del mercado de
capitales.
Una fuente de capital-riesgo para
las empresas privadas muy poco utilizadas es la participación de los
trabajadores y empleados, La idea es que otra forma posible de crecimiento de
los salarios puede ser dado en forma de participaciones de capital a los
empleados o en forma de participaciones permanentes en los beneficios de la
empresa. El Instituto Europeo de Gestión Empresarial ha desarrollado un sistema de financiación para
pymes-- sobre todo de nueva creación-- consistente en vincular las
indemnizaciones por despido o reajuste de plantillas, creando los fondos de
caución que permiten a la empresa contar con un aval crediticio que financie
sus operaciones, sin acudir a empréstitos bancarios.
Cuanto más se aplique este
sistema, más empleados podrán ser propietarios de su propia empresa. Pero
existen impedimentos para implementar este sistema de autofinanciación, ya que
los sindicatos no estarían dispuestos a aceptar que los fondos de los
trabajadores se concentren de esta forma si no son controlados por ellos
mismos.
Pedro Rubio Dominguez (MDI)
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