Los cambios requieren tiempo y hay que comprender los ritmos de las
organizaciones
“Hoy en día hay que correr más rápido para mantenerse en el mismo
lugar”, decía el economista Philip
Kotler. Se trata sin duda de un pensamiento absolutamente vigente para el
ritmo en el que vivimos en la sociedad actual. Una vez nos preguntaron qué nos
llamaba más la atención en las empresas con respecto a la gestión del cambio. Y
es la prisa (teórica) que tienen, pues quieren cambios en un mes, reinventarse
en dos días, fórmulas rápidas, las diez cosas que hacer para … Vamos a toda
prisa creando una cultura de correr, como dice Álvarez de Mon: “miras la
agenda de un niño de ocho años y parece un ejecutivo estresado”.
Pues nosotros reivindicamos la
pausa, para pensar y pensar. El ritmo del día a día de las mayorías de las
empresas no permite pensar. Greg McKeown
en su libro Esencialismo: logra el
máximo de resultados con el mínimo esfuerzo, afirma que actualmente “la gente estresada trata de incrustar aún
más actividades en sus ya de por si sobresaturadas vidas”. Esto genera
ambientes corporativos que hablan sobre el equilibrio entre la vida y el
trabajo las 24 horas del día de los 365 días del año y conduce a reuniones en
las que se pueden diez prioridades principales sin ningún sentido de la ironía.
Con ironía o sin ella, lo que está claro es que tenemos contextos que muchas
veces no invitan ni a la reflexión ni a darle vueltas a nuevos planteamientos.
Siguiendo con McKeown, recordamos su interesante
punto de vista sobre las prioridades: “La
palabra prioridad entró en el inglés del siglo XV. Era un término en singular
que significaba lo primero o lo previo. Se mantuvo en singular durante los
siguientes cien años hasta el siglo XIX, que fue cuando se pluralizó y se
comenzó a hablar de prioridades. De manera ilógica razonamos que, al cambiar la
palabra, podíamos modificar la realidad. De alguna forma, seríamos capaces de
multiplicar las cosas que son lo primero”
Álvarez de Mon sostiene que cuando quiere conocer las prioridades
de una persona coge su agenda y mira qué cosas tiene apuntadas en primer lugar
y, si lo que dice que es importante no aparece en la agenda, significa que no
resulta prioritario. Hazte la pregunta ¿Está
liderar el cambio en tu agenda?
Todos y cada uno de nosotros
somos responsables del cambio que queremos ver. Llegados a este punto, sería un
interesante ejercicio que te preguntaras qué estas haciendo tú para crear una
cultura de confianza. Es algo muy positivo querer cambiar las cosas, hacerlas
de forma diferente. Lánzate, empuja a otro para que aprenda; sólo hazlo. Viktor Frankl decía en El
hombre en busca de sentido que “sólo
en la acción encuentran respuestas las grandes preguntas vitales”
Pero dejemos aparcadas las
discusiones sobre quien tiene que liderar el cambio. Es entre todos, puesto que
todos somos corresponsables de todo lo que hacemos, decimos y vemos: “Si yo cambio, todo cambia”; el cambio constituye
un movimiento, es sistémico y comienza con uno mismo.
Las cosas hay que hacerlas por
convicción y no por obligación, ¿Qué te falta para convencerte?
Para cambiar o mejorar la cultura
organizacional resulta imprescindible involucrar a los líderes de la empresa;
son los primeros que han de enfocarse hacia el cambio y estar muy alineados
para empujarlo y no frenarlo. Pero no olvidemos que en las empresas camaleón
todo el mundo es un líder así que el cambio es cosa de todos.
Te invitamos a que te hagas estas
reflexiones para empezar a trabajar en tu organización:
- ¿Qué valoras más y menos de la cultura de tu empresa?
- ¿Qué cultura quieres tener de verdad?
- ¿A qué estás dispuesto y a qué no?
- ¿Qué percibes que nos es necesario cambiar? ¿Qué te indica eso?
- ¿Cuáles son las prioridades y las expectativas de cambio?
- ¿Qué tendencias reactivas te limitan más como organización?
- ¿Qué vas a hacer tú?
Bienvenida la empresa enfocada
hacia las personas, la empresa sin miedo al cambio; bienvenida la empresa del
futuro. ■
Antonella Fayer—Jorge Salinas
LA EMPRESA CAMALEÓN, las 6 claves
de su salto evolutivo.
EL
CAMBIO DE RITMO EN LAS ORGANIZACIONES
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