miércoles, 30 de junio de 2021

LIDERANDO LA REVOLUCIÓN

 

Mire a su alrededor. Observe a los individuos y las compañías que han sido ganadoras de la innovación conceptual en los negocios y entonces se convencerá que la verdadera innovación que crea riqueza no proviene de un plan corporativo. No proviene de ninguna división de “nuevas especulaciones”, ni del desarrollo de productos, y muchas veces tampoco inesperadamente de investigación y desarrollo(I+D). La innovación viene más bien, no del triunfo de una gran ciencia (por importante que ésta sea para eliminar las limitaciones físicas a la innovación), sino del triunfo de la contradicción, que salta por encima de las limitaciones mentales.

Errores de predicción

Desde Nostradamus hasta Alvin Toffler, individuos y compañías se han obsesionado tratando de adivinar y prever el futuro. La meta parece ser adelantarse a lo que va a suceder. Sin embargo, según mi experiencia, los revolucionarios de la industria invierten poco tiempo escudriñando el futuro.

En 1984, la revista “The Economist” llevó a cabo un estudio en el cual pidió a 16 individuos que hicieran predicciones sobre 1994. Eran cuatro estudiantes de Economía de la Universidad de Oxford, cuatro ministros de Hacienda, cuatro Directores Ejecutivos de compañías y cuatro basureros de Londres. Les pidió que predijeran el tipo de cambio en libras por dólares, el índice de inflación de los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el precio del petróleo y otras incógnitas macroeconómicas.

Las predicciones resultaron tan alejadas de la realidad que parecían inservibles. El consenso predijo para OCDE un tipo de inflación de 8%: en realidad, escasamente llegó al 4%. Piénsese en la gran diferencia que esto implica si se trata de fijar una tasa de descuento para aplicarla a una inversión de capital a largo plazo. Los ministros de Finanzas fueron los que más se equivocaron. Las mejores predicciones las hicieron los directores de las compañías, quienes empataron en el primer lugar con los recolectores de basura. Pero, incluso estas previsiones resultaron absolutamente equivocadas.

Las compañías pueden prever inteligentemente.

La predicción trata de decir qué va a suceder. Esto es fútil. Como decía Samuel Goldwyn, “solo un tonto hace predicciones…especialmente sobre el futuro”. Reconociendo esto, las compañías han buscado maneras de hacer frente a la inherente imprevisibilidad del futuro. Una de ellas es examinar distintas posibilidades haciendo composiciones de lugar. Estas permiten especular sobre que podría suceder. La meta es desarrollar varias alternativas como una manera de sensibilizarnos ante la imposibilidad de que el futuro resulte muy distinto de lo que es el presente. Concentrándose en unas pocas incertidumbres grandes-- lo que podría ocurrir al precio del petróleo, cómo se desarrollará el movimiento ecologista, qué podría suceder a la seguridad global—las composiciones de lugar permiten a una compañía examinar una gran variedad de futuros posibles.

Este método tiene muchas ventajas pero no es un método activo, implica concentrase en cómo podría el futuro socavar el modelo de negocio existente, y en este sentido tiende a ser defensivo—que mal nos puede hacer el futuro—en lugar de ofensivo—cómo podemos imponer nuestra voluntad al futuro, -- En la simulación nada sugiere que una empresa pueda voluntariamente modificar el ambiente, o que pueda aprovechar inmediatamente las cambiantes circunstancias. Por lo menos en la práctica, atiende más bien a la amenaza que a la oportunidad. Las compañías tienen que hacer más que examinar posibles futuros, pues al fin y al cabo la meta no es especular sobre lo que puede suceder sino imaginar lo que uno puede hacer que suceda.

Otra apuesta a las incertidumbres del futuro es hacerse más ágiles. La flexibilidad estratégica ciertamente es una virtud en tiempos de incertidumbre. La capacidad de reconfigurar rápidamente los productos, canales y destrezas es esencial para mantenerse al día en un mundo radicalmente nuevo. La agilidad está muy bien, pero si la empresa no es más que ágil, será perpetuamente seguidora.

Predicción vs. Imaginación

Las compañías no pueden crear el futuro, no porque no lo prevean sino porque no lo pueden imaginar. Es curiosidad y creatividad lo que les falta, no perspicacia. Es vitalmente importante entender la diferencia entre lo futuro y lo imaginado, entre saber lo que viene e imaginar lo que vendrá. No podemos hablar del futuro como si fuera una sola cosa que está esperando para ocurrir.

No se puede ser revolucionario sin tener un punto de vista revolucionario; y este punto de vista no se puede comprar a una aburrida compañía de consultores, ni se puede recurrir a un adivino. Uno tiene que convertirse en visionario, en futurista.

Ver más allá del horizonte. Encontrar lo no convencional, imaginar no lo imaginado … la innovación nace de una nueva manera de ver y una nueva manera de ser. El que aprende a ser diferente descubre lo que es diferente. No sólo eso, sino que también lo creerá hondamente y tal vez hasta pueda crearlo. Cómo ver, cómo ser, son dos pasos críticos en su adiestramiento como revolucionario del mundo de la empresa.

La variedad como clave

La esencia de la estrategia es la variedad. Pero no hay una variedad en la estrategia sin variedad en cómo los individuos ven el mundo, ¿Lo ve uno de una forma distinta? ¿Tiene un punto de vista que esté reñido con las normas de la industria? En muy sencillo. Hay que aprender a soltar uno su propia imaginación antes de que pueda soltar la imaginación de su empresa; y una vez que logre esto, tiene que convertirse en mercader de una nueva perspectiva dentro de su organización.

¿Hay maneras de adiestrase en el arte de ver más allá de lo familiar y llegar a lo verdaderamente nuevo? Existen dos caminos, ser adictos a las novedades y ser herejes.

GARY HAMEL

Es considerado uno de los grandes pensadores y visionarios de los últimos años. Sus teorías sobre cómo revolucionar el mundo de los negocios e innovar constantemente han quedado plasmados en su mundialmente conocido best-seller Leading the Revolution. Hamel es coautor del también éxito de ventas Competing for the Future y preside su propia consultora, además del reputado foro de pensadores Woodside Institute. Gary Hamel es, además, profesor de la London Business School.

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