El transporte público constituye un elemento fundamental para lograr una movilidad sostenible, construir entornos resilientes, combatir el cambio climático e impulsar las economías sin dejar a nadie ni a ningún lugar atrás. Ha sido esencial siempre: antes de la pandemia, durante y lo seguirá siendo en el futuro.
Por este motivo, en línea con las posiciones de las principales organizaciones internacionales de transporte, instamos a las administraciones locales, autonómicas y estatales a que reconozcan y refuercen el sector del transporte público y colectivo de viajeros de viajeros como columna vertebral de la verdadera movilidad sostenible y su papel esencial en la salud y bienestar de la ciudadanía, fomentando un cambio modal efectivo a través de sus políticas:
- Prestando apoyo a los operadores de transporte colectivo para garantizar que puedan seguir ofreciendo un servicio de alta calidad con las frecuencias adecuadas.
- Ayudando a recuperar la confianza de la sociedad y emprendiendo iniciativas de transparencia en los medios de comunicación y otros foros para comunicar positivamente las medidas de salud y seguridad adoptadas en el transporte público.
- Garantizando un marco de financiación estable y una financiación para la supervivencia del transporte colectivo. Esto debería reflejarse en la futura Ley de Movilidad Sostenible y Financiación del Transporte.
- Desarrollando medidas para aumentar la resistencia y la resiliencia del transporte público ante posibles crisis futuras.
- Impulsando el desarrollo del turismo a través del transporte colectivo.
- Contando con las empresas del sector, todavía más si cabe, a la hora de diseñar y concebir la movilidad del país y sus ciudades.
- Impulsando la modernización de los servicios de transporte público tanto en lo que se refiere a su operativa, con la introducción de sistemas tarifarios integrados o el MaaS, como a la renovación de las flotas.
- Apostando por el transporte colectivo para garantizar la movilidad, acceder a los servicios del Estado del Bienestar (educación, sanidad, trabajo) y otros importantes para la calidad de vida de las personas.
El transporte público merece esta atención absolutamente necesaria y salvaguardarlo, como el bien de extraordinario valor que constituye, es una obligación de todos. Nuestra sociedad no puede permitirse un retroceso en el reparto modal en favor de un mayor predominio del vehículo privado y un menor uso de los modos que representan la verdadera movilidad sostenible.
Por gentileza de:
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