Vivimos en una economía de
servicios, porque son los servicios los que atraen e inclinan la decisión del
cliente, incluso cuando lo que está en venta en un producto. Pero vender lo
intangible plantea nuevos desafíos. Los productos se fabrican y se usan, los
servicios se brindan y se experimentan. Los objetos son impersonales, los
servicios establecen y promueven conexiones entre los individuos.
Actualmente, lo que vendemos la
mayoría de las veces es algún tipo de servicio, incluso cuando ofrecemos
productos como el software, los clientes están más interesados en el servicio,
y en el asesoramiento. Al comprar un automóvil, por ejemplo, se mira la calidad
de los asientos y el diseño, se prueban las puertas, y se hace toda una serie
de verificaciones para estimar cuánto debería costar.
La percepción del precio es
clave
Pero en el caso de un servicio,
no hay nada que probar, tocar o sentir; el precio es una de las cuatro claves
que el cliente evalúa para saber si algo es bueno. A mayor precio, se percibe
mayor calidad. Un buen consejo para los vendedores es que, si quieren comunicar
que el servicio que prestan es excelente, no deben sugerir que es competitivo y
de bajo precio. La gente relaciona precio alto con una mayor calidad; hay que
prestar atención a lo que los precios "dicen" acerca de
nuestros servicios.
La idea general de que atraer
clientes ofreciéndoles beneficios queda registrada como poco rentable ya que el
beneficio debe ser el servicio en sí mismo, no su bajo precio.
Los clientes a los que sólo les
interesa el precio, no son leales. “Quién compra por precio, se aleja
también por precio"
Al analizar la rentabilidad y el
valor del negocio, vemos que lo que realmente genera valor más alto, y los
retornos y márgenes más importantes, son los clientes a largo plazo. Son más
rentables, más fáciles de satisfacer y conservar, y generan infinidad de
referencias positivas. Por lo tanto, son más valiosos. El vendedor que se ve
obligado a bajar una y otra vez sus precios, sólo atrae a gente por periodos cortos,
hasta que se le agota el mercado de los compradores por precio.
Algo muy distinto sucede con las
empresas que dominan una categoría por su estrategia de precios bajos, y que en
inglés se conoce como "category killers"(asesinos de la categoría)
y utilizan el descuento como estrategia de venta. Rebajan sus productos, ya
sea los indiferenciados, la ropa interior o cualquier otra cosa, y ofrecen el
mejor precio (aunque a menudo hay otro precio mejor). Se les llama "asesino
de la categoría" porque elimina a todos los competidores. Estas
empresas o negocios, si no pueden ofrecer un precio más bajo, es mejor no
competir en el mercado minorista con descuentos.
En suma, si su empresa no ha
desarrollado un sistema altamente eficiente que legitime que su precio en el
servicio de lavandería, de consultoría o lo que fuere que usted ofrece en la industria
de los servicios, sean más bajos, tenga mucho cuidado antes de lanzar cualquier
plan de descuento.
Existen muchas empresas que han
controlado bien la clave del precio. Estas compañías han hecho un buen trabajo
al establecer una línea de precios alta que supieron asociar a alto valor y a
una buena imagen y marca. La gente, por lo general, se encuentran cómodas con
estas empresas, además éstas se apoyan en un muy buen servicio y el cliente
siente que recibe algo más por su dinero.
La gente suele pagar un poco más
por el ambiente entretenido de algunos establecimientos y porque pueden comprar
rápido. Estas empresas suelen manejar muy bien la cuestión del precio y el
valor, y no compiten por precio. Los mantienen firmemente y no efectúan
rebajas. Esto les permite recuperar todo lo que invirtieron y un poco más.
"La gente relaciona
precio alto con una mayor calidad; hay que prestar atención a lo que los
precios dicen acerca de nuestros servicios"
El papel de las marcas.
Cada vez son más las compañías
que compiten en todas las categorías; las opciones se multiplican y necesitamos
atajos que nos filtren las dos o tres alternativas que realmente deberíamos
evaluar antes de tomar una decisión. A través de la marca se resume todo lo que
uno hace, la esencia de lo que uno es. Lo que convierte a una empresa en
diferente es lo que lleva a la gente a decir: "Son distintos; tal vez
debería comunicarme con ellos".
Finalmente, si esos atributos son
realmente irresistibles, la gente elegirá a esa compañía. En parte porque le
permite resolver rápido, ya que las marcas son un buen atajo en el proceso de
toma de decisiones.
Es muy difícil garantizar un servicio, y la marca es los más parecido a una garantía vinculada con el tiempo que la empresa lleva en el mercado, su prestigio y lo más cómodo que el cliente se siente con ella. Muchos compradores se servicios son muy conservadores y prefieren el tipo de garantía que puede ofrecerles la marca.
Harry Beckwith
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