INSTITUTO EUROPEO DE GESTIÓN EMPRESARIAL
Formación & Consultoría
MADRID/ESPAÑA
1986-2024
Han pasado ya treinta y ocho años en que un grupo de experimentados analistas y consultores iniciamos la aventura de poner en marcha nuestro proyecto empresarial. Con la ilusión puesta en nuestro proyecto nos dimos a conocer en 1986, después de deliberar si era conveniente o no dejar nuestros puestos de trabajo en una multinacional de la formación y consultoría, y dedicarnos en cuerpo y alma a nuestro trabajo de forma independiente, con los riesgos que ello suponía. Ya no contábamos con los sueldos fijos y otras retribuciones interesante de nuestra antigua empresa. Los costes de explotación de la nueva empresa deberíamos soportarlos nosotros, y no tuvimos ayudas ni del Estado ni de las entidades financieras, lo que supuso para nosotros un gran esfuerzo. Todos los componentes del grupo de trabajo estábamos casados y con hijos lo que suponía una cierta incertidumbre, lo que hizo que, al cabo de dos años, tres de los fundadores del IEGE dejaron la empresa, y solo quedó uno de ellos que es quien suscribe este comentario. A través de un intenso trabajo de relaciones con el tejido empresarial de nuestro país, primero en la Comunidad Autónoma de Madrid y posteriormente de Cataluña y Valencia, dimos a conocer nuestro sector de actividad que es la Consultoría Empresarial para pymes. Sorprendentemente, iniciamos nuestra nueva singladura, obteniendo en el primer año de actividad un notable éxito, lo que supuso la ampliación de nuestra área geográfica, con la apertura de nuevas oficinas en Manresa (Barcelona) y posteriormente en Valencia-Capital. La plantilla fue aumentando y se incorporaron magníficos profesionales que contribuyeron a que nuestra empresa siguiera creciendo. El equipo comercial, compuesto por excelentes vendedores fueron los interlocutores válidos con los empresarios a los que supieron persuadir y motivar sobre lo interesante y rentable de nuestros trabajos de consultoría y formación. Hicieron hincapié en que el mundo de los negocios está sometido continuamente a influencias externas, y estos empresarios no escaparían de esta situación si no incorporaban rápidamente a introducir en sus empresas sistemas de organización, que les permitiera tener una visión objetiva de su anacrónica situación. Los empresarios en general siempre han creído que el trabajo de los consultores podría implicar problemas internos. Esto les hace perder el ánimo y la serenidad y no tardan en darse cuenta de la frágil cohesión de sus mandos y su falta de implicación en la solución de los problemas cuando más se les necesita. Los empresarios deben estar convencidos de que pueden confiar en sus consultores, de lo contrario la consultoría es imposible. La confidencialidad es todavía una cuestión importante en España, donde las empresas no están seguras de que la información que facilita a consultores procedentes de centros de dirección de empresas o de productividad no sea transmitida a organismos oficiales (Delegación de Hacienda, etc.) Por lo tanto, una consultoría vinculada al sector público pierde autonomía y fiabilidad. Hoy nuestra cartera de clientes es muy amplia, todos ellos nos confiaron la organización y formación de sus empresas y aceptaron de buen grado solucionar sus problemas a través de nuestros consejos técnicos. Algunos tenían pensado cerrar debido a la gravedad de estos problemas, pero a través de las conversaciones mantenidas con nuestros analistas y consultores comprendieron que dicha situación les hacía vulnerables y estaban poniendo riesgo el futuro de su empresa. Nuestros especialistas investidos de la autoridad que les daba y sigue dando nuestra imagen corporativa, ofrecieron la ayuda necesaria, no para sustituirles como empresarios, eso no era posible, pero si para ayudarles en el control de gestión de sus empresas, mediante el análisis, el control y los consejos técnicos y humanos para que ellos mismos pudieran dirigirlas. Los problemas de las empresas y en los empresarios hoy día siguen siendo los mismos que hace años porque la evolución que tiene la empresa, como ente dinámico que es, para ser armoniosa, precisa de un conocimiento y un riguroso control de esta. La falta de recursos, de tiempo o la continua presión a la que está sometido el pequeño y mediano empresario, hacen que la mayoría de ellos no controlen su empresa o lo que es peor no la conozcan. Aunque la mayoría de las tareas de consultoría pueden redundar en mejoras, también las hay que por diversas razones no pueden dar ningún resultado y que por consiguiente significan un gasto financiero inútil. Por ejemplo: el cliente quiere introducir un cambio que debería haberse efectuado hace tiempo y que ahora no puede impedir el deterioro general de la situación, las mejoras son posibles, pero a expensas de medidas graves para el personal que el cliente no las puede aceptar; el beneficio conseguido sería tan escaso que no justificaría los honorarios del consultor. Si el consultor profesional descubre una situación de esta índole al asumir una tarea, incluso si ya ha empezado a trabajar en ella, debe informar al cliente con franqueza y sugerirle la cancelación del contrato. Ningún consultor profesional perpetua sus tareas haciendo al cliente dependiente de su consejo. El único trabajo realmente digno del consultor es el trabajo educativo y formativo que enseña a los clientes y a su personal a llevar mejor sus asuntos por sí mismos. La transmisión de toda la información sobre los métodos empleados y la formación del personal del cliente de manera que sea capaz de repetir las mismas operaciones sin ayuda, son elementos fundamentales del método profesional del consultor. Esto no significa que cuanto mejor haya enseñado el consultor a su cliente y a su personal, menos trabajo tendrá en el futuro. ■ Pedro Rubio Domínguez/ Socio Fundador/ Director General del IEGE __________________________________________________________________ |
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