Nadie mejor que tú para saber qué representa para ti, como persona, lo que has sido capaz de construir como empresario. Y todo el esfuerzo y, en la mayoría de casos, la satisfacción personal, que ello te ha representado. Seguro que el camino que has recorrido al frente de tu empresa, ya sea más largo o más corto en el tiempo, ha estado lleno de alegrías, pero también de algunas decepciones. Y es que la trayectoria de un empresario es como la vida misma. Requiere mucho sacrificio y, como bien sabrás, no siempre el viento sopla a tu favor.
En CEDEC, consultoría especializada en empresas familiares y pymes, llevamos más de 50 años trabajando con empresarios. Nuestra experiencia nos ha llevado a concluir que su vida profesional no se puede disociar de su vida personal. El empresario lo es 24 horas del día, 7 días de la semana, 365 días del año. Disfrutar de ser empresario es encontrar el equilibrio perfecto en la balanza de la vida empresarial y de la vida personal.
Confiamos que estos breves apuntes que vas a leer a continuación te ayuden a disponer de algunos consejos que te ayudarán a encontrar ese equilibrio. Tras su lectura, no podemos prometerte que no sigas teniendo el trabajo más difícil del mundo. Enhorabuena porque este trabajo, no está al alcance de muchas personas.
Eres empresario.
Pero, sobre todo, eres
una persona.
Mírate a ti mismo como una persona. Esto significa que debes dejar en
un segundo plano —pero no permitas alejarlo mucho porque te resultará
imposible— tu “profesión” de empresario.
Hacerlo no es sencillo e implica encontrar el equilibrio entre lo profesional
y lo personal.
Piensa que si un aspecto de tu vida en estos dos planos no funciona,
afectará a la otra. Y viceversa.
Las personas cambiamos poco a lo largo de la vida. Nacemos con un carácter
determinado (genética pura), aunque podamos llegar a controlarlo a base
de mucho esfuerzo.
Lo que sí cambia es nuestro entorno, que se mueve constantemente (y
muchas veces a pasos acelerados y casi sin avisar) a nuestro alrededor.
Entonces, lo importante es que te conozcas a ti mismo y te aceptes tal y
como eres; y lo inteligente es que saques ventaja de ello.
Aprende del pasado (la experiencia es un valor que siempre está en alza),
pero céntrate en el presente y mira hacia el futuro.
Mirar hacia el futuro es hacer planes, estableciendo objetivos y metas
alcanzables.
Solo así, podemos saber con certeza hasta dónde queremos
llegar siguiendo el camino correcto y trazando en el mapa etapas precisas.
Si disfrutas como persona empresaria, muy probablemente contagiarás
ese estado de ánimo a tus colaboradores y a tus clientes.
Así que trata de buscar tu propia felicidad. Esto, además, alimentará tu
autoestima.
Valora tu libertad
y tu independencia.
Acabamos el punto anterior hablando de autoestima. Entonces, valórate
por lo que ya has conseguido, porque te ayudará a no ponerte límites.
El dinero no es lo único importante, pero es importante. Como empresario,
tus ingresos dependen totalmente de ti, de lo que seas capaz de construir.
Tienes dos grandes ventajas (que, por ejemplo, un empleado no tiene):
libertad e independencia. Explótalas en tu propio beneficio y en el de tu
empresa.
Pero tanto tu libertad como tu independencia no son fáciles de conseguir
y, además, se ganan cada día. Aprende a valorarlas.
Como empresario tienes la potestad de elegir tu propio destino. Esto, si
lo piensas bien, es maravilloso.
La libertad que has elegido te proporciona, además, la independencia
para la toma de decisiones.
Estos conceptos, por otra parte, van muy ligados a la idea de tiempo. El
tiempo no se puede comprar, pero se puede ganar. Hazlo sin dudar. Es
importante disponer de “tiempo libre” para desconectar.
Está en tu mano cómo debes administrar tu tiempo: el que dedicas a tu
empresa y el que te dedicas a ti mismo o a tu familia y relaciones.
No trabajes por horas,
trabaja por objetivos.
Hemos hablado de tiempo, de lo importante que es para un empresario
distribuir las horas entre su vida profesional y su vida personal.
Una de las claves que distinguen al empresario que disfruta de serlo es
aprender a cambiar las horas que trabaja por los objetivos que se
propone.
Esto es porque tu empresa exige resultados que se miden en ingresos,
no en horas. Puedes llegar a pensar que, trabajando más horas, trabajas
mejor. No es así. Más y mejor no significan lo mismo.
Trabajar por objetivos te permitirá priorizar y diferenciar lo urgente, que
viene determinado por la necesidad y exige soluciones tácticas, de lo
importante, que es lo que de verdad atañe a tu empresa y exige estrategia
y planes.
Los objetivos deben ser concretos, realistas, medibles, alcanzables y
acotados en el tiempo. Podría decirse, por tanto, que hay un método para
determinar los objetivos. No hacerlo así, te generará frustración.
Pero, sobre todo, trabajando por objetivos, te pondrás metas. Y alcanzarlas,
te proporcionará disfrute.
Apasiónate
por lo que estás haciendo.
¿Puedes ser fan de tu trabajo? No es que puedas serlo, es que debes serlo
(cuanto menos, procurarlo). Y debes interiorizar esta idea.
Tú eres la única persona de tu empresa que no puede desfallecer.
Apasionarte por lo que haces te animará y te motivará más. Y trabajarás
mejor.
Un buen ejemplo de esto sucede cuando se está estudiando en la escuela
primaria o en el instituto. Todavía no has elegido una especialización y lo
mismo estudias álgebra que historia.
¿Por qué se da el caso de que un alumno obtiene mejor nota en una u otra
asignatura? Sin duda, entre otras, hay una razón de peso: si le gusta más, si
incluso le apasiona una asignatura, sacará mucha mejor nota.
En el mundo profesional pasa lo mismo. Para un empresario que disfruta,
su trabajo no es un medio, es un fin, un propósito vital.
Te resultará difícil apasionarte con tu trabajo si vives angustiado.
Mantener una actitud positiva y ser proactivo e inconformista te ayudará.
Y, por supuesto, esto te pondrá en el buen camino para disfrutar de ser
empresario.
Delega.
La gran mayoría de los empresarios que han tenido verdadero éxito y
que han disfrutado siendo empresarios disponían de un arma secreta: su
capacidad para delegar.
Delegar no es fácil. Exige una gran dosis de confianza en el otro. Por
otro lado, no se trata de que otros hagan tu trabajo por ti, sino de que te
rodees de colaboradores expertos en su área de responsabilidad. A éstos,
otórgales toda tu confianza.
No tiene ningún sentido contratar a los mejores profesionales para luego
decirles cómo tienen que hacer su trabajo.
Delegar te permitirá crecer, porque multiplicarás tu capacidad de
trabajo. No hacerlo, limitará el crecimiento de tu empresa.
Por otra parte, ten presente que delegar no significa perder el control. De
hecho, no lo debes hacer. Simplemente, estás dejando que tu equipo
asuma también sus responsabilidades.
Organízate, diseña protocolos y métodos para que tu equipo tenga
referencias. Esto no significa, por el contrario, convertirlos en burócratas
o en funcionarios. Déjalos que aporten en base a su propia experiencia y
capacidades. Rétales e incentívales.
Tu labor como líder de tu empresa no es ejecutar (hacer); es planificar
(crear estrategias).
No delegues nunca las tareas que te corresponden a ti. Pero delega todas
las que puedas delegar. Y, sobre todo, todas aquellas que sabes que uno u
otros miembros de tu equipo pueden hacer mejor que tú.
Aprende a gestionar el cambio
La gestión del cambio consiste en disponer de un enfoque sistemático
que te permita transformar los objetivos y los procesos en tu empresa.
El objetivo de la gestión del cambio es la creación y el desarrollo de
estrategias para llevar a buen término esos cambios.
Si pilotas correctamente el cambio, podrás afrontar con más garantías el
presente y el futuro de tu empresa.
En esto, debes tener también presente a las personas de tu equipo y
ayudarlas a adaptarse a esos cambios.
Las personas, por lo general, tendemos a la comodidad. Esto es
autocomplacencia. Por eso, encajamos mal los cambios.
Por ejemplo,
cuando decides cambiar un proceso de trabajo y los miembros de tu
equipo ya se habían acostumbrado al anterior.
Si eres un líder y no un jefe, te resultará más sencillo que tu equipo asuma
cualquier cambio que decidas.
Ten siempre presente que cualquier cambio implica una nueva
oportunidad. Aprende a comunicar en positivo, haciendo partícipes de
tus decisiones a los miembros de tu equipo. De esta forma, te será más
sencillo vencer su resistencia inicial.
Lee.
Pero también escucha.
El beneficio de formarse no es aprender cosas nuevas, sino aprender a
hacer mejor lo que ya sabíamos hacer bien.
Aprende de otros. Fórmate. Sé más experto de lo que ya eres. No caigas
en el conformismo o en el error de pensar que tú ya lo sabes todo.
No hace falta que te apuntes a cursos —aunque también— creados para
directivos. En esto debes ser muy selectivo.
Hay mucho contenido publicado o disponible en Internet dirigido
a empresarios como tú que te puede ayudar a mejorar, a formarte y a
descubrir otras maneras más eficientes de hacer tu trabajo. Haciéndolo,
adquirirás una visión multidimensional para optimizar tu proyecto.
Leer (libros, blogs o artículos) o escuchar podcast, te permitirá aprender a
desarrollar mejor tus ideas o a ganar en tu capacidad técnica.
Y, especialmente, te ayudará a disponer de una mentalidad abierta a
los cambios, a la innovación. Esto te permitirá reflexionar sobre tu propio
modelo.
Y evolucionar.
Aprender de otros (de sus conocimientos y de sus experiencias) también
es importante por dos temas fundamentales en la empresa: mejorar en la
toma de decisiones y evitar los riesgos innecesarios.
Por otro lado, saber más y formarte te dará autoconfianza y te permitirá
ejercer mejor tu responsabilidad, tanto hacia tu equipo como hacia tus
clientes.
Y el saber lleva implícito una mayor conciencia de lo que estás haciendo
y contribuye a un mayor disfrute.
Tenlo todo
bajo control.
Una empresa es una organización. Una organización correcta asegura
un funcionamiento correcto. Y la organización es clave para que se
produzcan resultados.
Tú, como empresario, debes tener una visión global de la organización
(el responsable de producción solo tiene que velar por la producción y
el responsable comercial por las ventas). Debes saber que la estructura
funcional de la empresa responde a sus necesidades.
Necesitas tener bajo control los recursos de la empresa. Si ejerces este
control, ganarás en eficacia organizativa y operativa.
Por ejemplo, para
reducir costes o tomar decisiones respecto a líneas de producción.
Aunque todos los aspectos deben guardar un estricto orden, el más crítico
quizá es su economía.
Gracias a la tecnología puedes disponer de herramientas que te permitirán
tener un control en tiempo real de todos los datos de tu empresa: ventas,
existencias, facturación, cash flow…
Estar encima de los datos y analizarlos con criterio, te permitirá prever el
futuro de tu empresa y hacer planes en consecuencia, anticipándote al
futuro.
Pero también debes tener bien armada tu política de personas, que es
fundamental porque los trabajadores felices son más productivos.
¿Está cada persona en el puesto correcto? ¿Se solapan funciones? ¿Son
felices trabajando en tu empresa? Si crees que no es así, averigua la razón
y diseña un plan específico que te lleve a un nivel superior en este aspecto.
Tenerlo todo bajo control te aportará la tranquilidad necesaria para
disfrutar de lo que estás haciendo.
Déjate guiar
por otros expertos.
“Si he llegado a ver más lejos que otros es porque me subí a hombros de
gigantes” (Sir Isaac Newton).
Haz como Newton y súbete a hombros de gigantes.
Muchas empresas Pymes y empresas familiares no disponen de los
recursos internos para que todos sus problemas y todas sus necesidades
se resuelvan internamente, contando solo con el talento y las habilidades
de las personas que forman parte de la empresa.
Además, muchos empresarios son expertos en lo suyo: conocen bien sus
productos o servicios, su mercado, a sus clientes o a su competencia.
Esto es lo que, seguramente, les decidió a aceptar el relevo de la generación
anterior o a emprender, partiendo de cero, con la mochila llena de su
experiencia laboral.
Pero tú no tienes por qué saber de todo. Y, sin embargo, necesitas tomar
decisiones importantes sobre todo lo que afecta a tu empresa.
Asesórate, consulta y pide opiniones.
Déjate aconsejar y ayudar. Los
asesores externos pueden darte la orientación necesaria sobre cualquier
área de tu empresa: desde la financiera, hasta el modelo organizativo; desde
la política comercial, hasta el sistema de producción y de distribución.
La gran mayoría de empresarios que se han apoyado en expertos asesores
de empresa han podido reenfocar su negocio desde bases más sólidas y
hacia un futuro más previsible.
Y hoy, disfrutan siendo empresarios.
Luis Feliu Garanto
Director General de CEDEC España.
_________________________________________________
No hay comentarios:
Publicar un comentario