viernes, 8 de noviembre de 2024

El desafío de las PYMES: De vender lo que uno sabía hacer a hacer lo que el cliente quiere comprar




Cuando un empresario PYME comienza su aventura, suele hacerlo por una razón sencilla: sabe hacer algo bien. Quizás es un carpintero excepcional, un diseñador creativo o un contador eficiente. Sea cual sea el rubro, lo que lo llevó a dar ese paso inicial fue la confianza en su habilidad. Con el tiempo, su negocio crece, acumula clientes y, de repente, el mundo cambia. Ya no basta con ser excelente en lo que uno hace; hay que adaptarse a lo que el mercado demanda. Ahí es donde muchas empresas familiares y PYMES chocan contra un muro. El desafío real no está en seguir haciendo lo que se sabe, sino en entender lo que el cliente quiere comprar y transformarse para satisfacer esa necesidad.

La comodidad de la especialización

Cuando uno arranca una empresa, suele vender lo que sabe hacer. Es lo que da confianza, lo que le permite sobrevivir en los primeros años. La especialización, en esos momentos, es el motor del negocio. Todo gira en torno a hacer las cosas como uno las sabe hacer, confiando en que si se hace bien, los clientes vendrán. Y funciona, hasta cierto punto. Pero la realidad del mercado no es estática, y aferrarse a esa seguridad puede ser un peligro silencioso.

Cuando uno se acomoda en su zona de confort, el riesgo es que la empresa pierda agilidad. La especialización es buena, pero también es un riesgo si no se entiende que el mercado cambia y los clientes también.

La trampa de la resistencia al cambio

Muchas PYMES, especialmente las familiares, se enfrentan a la resistencia al cambio. “Siempre hemos hecho esto así y nos ha funcionado” es una frase que resuena con frecuencia en las reuniones familiares o en las discusiones con los empleados más antiguos. Y aunque esa mentalidad tiene su lógica, porque se basa en la experiencia, también es la misma que impide dar el siguiente paso. El empresario PYME debe entender que vender lo que uno sabe hacer tiene un límite. Cuando los mercados evolucionan, las expectativas de los clientes también lo hacen. Lo que antes era suficiente ya no lo es, y las empresas que no están dispuestas a cambiar su enfoque corren el riesgo de quedarse atrás.

Escuchar al cliente: una asignatura pendiente

Uno de los mayores desafíos para el empresario PYME es escuchar verdaderamente a sus clientes. No se trata de recibir un reclamo y corregirlo, sino de comprender qué es lo que el cliente realmente necesita y, sobre todo, qué es lo que valora. El problema es que muchas veces se confunde la calidad técnica con lo que el cliente está dispuesto a pagar. Puedes ser el mejor en tu oficio, pero si no entiendes lo que el cliente valora, estarás ofreciendo algo que no genera demanda o que no satisface sus expectativas.

Por ejemplo, un carpintero que se enorgullece de usar solo madera maciza y técnicas tradicionales puede ser excelente en lo que hace, pero si el mercado local demanda muebles más económicos o diseños más modernos, esa destreza puede no ser suficiente. El cliente no está buscando un mueble “hecho como se hacía antes”; quiere un mueble funcional, con un diseño actual y a un precio que considere justo. El desafío es dejar de lado lo que uno considera que es mejor para aprender a ofrecer lo que el cliente desea comprar.

Transformar la oferta: no es traicionar, es evolucionar

Para muchos empresarios PYME, cambiar lo que ofrecen puede sentirse como una traición a sus raíces o a sus habilidades. Pero el mercado no espera, y seguir aferrado a lo que uno sabe hacer sin adaptarse a las nuevas demandas es condenarse a desaparecer. Este proceso de adaptación no significa abandonar los valores de calidad o de trabajo bien hecho, sino reinterpretarlos a través del prisma de lo que el cliente valora hoy en día.

Un ejemplo claro de esta transformación se ve en muchas panaderías tradicionales. Hace unos años, en algunas zonas, bastaba con hacer el pan de toda la vida, con la receta que había pasado de generación en generación. Sin embargo, con el auge de nuevas dietas y tendencias alimenticias, esos mismos clientes comenzaron a buscar opciones sin gluten, productos orgánicos o incluso panes más bajos en carbohidratos.

El desafío para el empresario no es seguir vendiendo el pan que siempre ha hecho, sino
aprender a hacer lo que el cliente ahora quiere comprar, sin perder la esencia de su oficio.

La importancia de la innovación

En las PYMES, la palabra “innovación” muchas veces genera rechazo. Pareciera que innovar está reservado solo para las grandes empresas o las industrias tecnológicas.

Pero la innovación no siempre es disruptiva. En muchos casos, simplemente significa mejorar lo que ya se hace, ajustarlo a las nuevas tendencias o buscar maneras más eficientes de producir o vender. Innovar puede ser, por ejemplo, cambiar el canal de distribución, ofrecer servicios complementarios o incluso modificar la forma en que se interactúa con el cliente.

Innovar no siempre significa invertir grandes sumas de dinero, sino pensar de manera estratégica. Las empresas que logran hacer la transición de vender lo que saben hacer a ofrecer lo que el cliente quiere comprar, son aquellas que han entendido que la clave está en la flexibilidad y en la capacidad de observar y reaccionar ante los cambios en el mercado.

Adaptación continua: el nuevo desafío del empresario PYME


Pasar de vender lo que uno sabía hacer a hacer lo que el cliente quiere comprar es un
 proceso continuo. No basta con hacer un ajuste una sola vez y pensar que ya está todo
 resuelto. La adaptación es constante. Los empresarios PYME deben aprender a
 observar, escuchar y estar atentos a los cambios en las preferencias del mercado. Esta
 es la única forma de asegurar que su oferta siga siendo relevante y competitiva.

Para muchos, este cambio implica dejar de lado el ego, la creencia de que el mercado debe adaptarse a lo que ofrecen. El mercado no se adapta; es la empresa la que debe hacerlo. Y en ese proceso, el empresario PYME debe liderar el cambio, mostrar a su equipo que el cliente siempre tiene la última palabra y que, para sobrevivir y prosperar, hay que aprender a escuchar y a responder con lo que el cliente está dispuesto a comprar.

En resumen, el verdadero desafío para las PYMES hoy no es solo ser bueno en lo que hacen, sino saber leer lo que el cliente quiere y estar dispuestos a cambiar para ofrecérselo.


Juan Carlos Valda
Para contactar a Juan Carlos: jcvalda@grandespymes.com.ar
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