jueves, 4 de julio de 2024

¿La tecnología nos hace más inteligentes?


Cuestionario de ineptitud profesional

Algunas preguntas para la reflexión

 Te invito a que respondas a las siguientes cuestiones. Elige la que mejor describa tu situación actual:

Situación

A

B

C

Sé de memoria varios números de teléfono

Entre 0 y 3

De 4 a 6

7 o más

Estoy fuera de mi casa. Señalo hacia el norte

No soy capaz de señalar al norte

Señalo con un error mayor de 30º

Señalo con un error de 30º o menor

Intento calcular mentalmente 124 x 16

Tardo más de 30” o no lo consigo

Tardo entre 15” y 30”

Tardo menos de 15”

Tengo que comunicar algo importante…

Convoco la reunión online. Comunico mejor así

Me es indiferente vernos cara a cara o en la pantalla

Sin duda, prefiero una entrevista presencial

Me piden que desarrolle ideas innovadoras

Acudo a un sistema de IA generativa

Consulto bases internas y externas de información

Me enfrento a una página o pantalla en blanco

Preparo una presentación en un idioma no nativo pero que conozco

Indico a mi sistema de IA que lo traduzca, teniendo en cuenta el perfil del destinatario

Utilizo un traductor genérico y luego reviso el texto para ajustarlo al perfil del destinatario

Lo traduzco con ayuda de un diccionario, para practicar ese idioma

Debo tomar una decisión operativa en mi trabajo

Introduzco todas las variables en mi sistema de IA generativa para reducir el margen de error

Analizo todas las variables y, tras tomar la decisión, la valido con ayuda de mi IA generativa

Analizo la información y decido. Es algo que no quiero delegar en sistemas automatizados

 

Ahora, suma los resultados de cada columna. Probablemente, el valor obtenido esté influido por el estrato generacional: si eres Gen Z (o algunos Millennials) es frecuente que predomine la columna A; el resto de los Millennials y los Gen X suelen obtener valores altos en la columna B; para los más veteranos, las opciones de la columna C están entre sus preferidas.

Una conclusión sorprendente

Si interpretamos apresuradamente los resultados, podríamos pensar que quienes han elegido de forma mayoritaria las opciones de la columna A experimentan una merma en sus facultades. En apariencia, son personas con menos memoria, sentido de la orientación, cálculo mental, pensamiento disruptivo, dominio de idiomas y capacidad comunicativa y de decisión, frente a quienes han elegido las opciones de las columnas B y C. En realidad, las cosas son un poco más complejas. Es cierto que todas esas capacidades han sido históricamente necesarias para un desempeño profesional excelente, y hoy en día siguen siendo útiles. Pero también hay que admitir que si dejamos de entrenar esas facultades no es por comodidad, sino por razones de eficiencia.

De forma muy clara, en las tres primeras preguntas se describen situaciones que podemos resolver mediante aplicaciones instaladas en nuestros dispositivos móviles. ¿En qué momento hemos dejado de memorizar datos, orientarnos en el espacio o realizar cálculos mentales? En el momento mismo en el que tenemos en nuestras manos sistemas disponibles 24/7 y altamente fiables que nos permiten obtener lo que necesitamos sin consumir recursos cognitivos. Las otras cuatro preguntas incluyen matices que abordaremos en otro momento, pero podríamos llegar en todo caso a una conclusión sorprendente: la supuesta ineptitud que describe una elección mayoritaria de la columna A puede convertirse en una ventaja, si la gestionamos adecuadamente.

La tecnología puede hacernos más inteligentes


Quizás ha llegado el momento de dejar de lamentarse por la “atrofia” de capacidades, desarrolladas por nuestros antecesores en un largo proceso evolutivo. Si parcialmente dejamos de ejercitarlas, es porque el entorno ya no nos lo demanda, al menos en el grado en el que nos lo exigía en el pasado. Ahora el reto consiste en aplicar los recursos cognitivos ociosos a tareas de alto valor añadido y en las que nuestra condición humana realiza aportaciones diferenciales con respecto a la tecnología disponible. En la medida en que nos liberamos de procesos relativamente mecánicos y repetitivos, estamos en condiciones de pensar de forma más libre, crítica y creativa. Todo un desafío para quienes diseñan los itinerarios formativos orientados a la actividad profesional.
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