lunes, 13 de febrero de 2023

BUSQUE BUENAS CUALIDADES DE LOS DEMÁS

 


La mayoría de las personas que nos rodea desean que se reconozcan sus méritos, desean destacarse, quieren que se repare en ellas, necesitan sentirse importantes. En síntesis, todos usamos cartelones invisibles sobre nuestros pechos, que dicen:

• "Quiero ser IMPORTANTE",
• "Quiero ser ADMIRADO",
• "Quiero ser APRECIADO".

Cuando advierte que su interlocutor quiere ser importante, admirada, apreciada (como toda persona claramente lo quiere), y usted desatiende su advertencia corre el riesgo de perder su amistad.

Por increíble para parezca, muchas veces desatendemos esta advertencia y en el trato personal o escrito no tenemos en consideración alguno de los tres deseos (y necesidades) vitales que están en el centro sensible de todas las demás personas.

Es incalculable lo que se pierde cuando desatiende los cartelones invisibles que todo el mundo lleva siempre sobre el pecho, advirtiendo: 
  • "Quiero ser IMPORTANTE", 
  • "Quiero ser ADMIRADO", 
  • "Quiero ser APRECIADO".
Visualice esos carteles cuando este frente a cualquier persona.

Visualicemos en el trato personal, cuando escriba o cuando hable por teléfono. Son la base necesaria para sus tratos con toda la gente, en todo tiempo, en todo asunto, bajo toda circunstancia. Son la esencia misma del triunfo mismo.

El sendero hacia el triunfo es dar a los demás lo que ellos quieren, o ayudarlos a obtenerlo.

Decir “bien hecho” a cualquier tarea bien realizada tiene un efecto mágico. A todos nos emociona la alabanza. La alabanza impulsa a la gente a actuar, le infunde confianza interior e incluso fomenta su crecimiento.
  • SI la persona quiere ser IMPORTANTE (y todos lo quieren), dígale que es importante, trátela como persona importante y, de todos los modos posibles, conviértase en una inversión sobre su importancia y un seguro de que su importancia no será disminuida.
  • SI una persona quiere ser ADMIRADA (y todos lo quieren), dígale que la admira, dígale a los demás que la admira, y demuestre su admiración hacia ella como persona, por sus logros, su familia, sus bienes.
Haga todo esto con tacto, incluso con sutileza, porque nada es más ofensivo que el halago insincero de otro, para su propia ganancia directa o indirecta.

Asegúrese, pues, de que su admiración es genuino y sincera. Puede hacer esto buscando con diligencia los atributos y bienes que usted sinceramente puede admirar. Se asombrará (y espero que se complacerá) ante todas las cualidades admirables, realizaciones, relaciones y bienes que los demás tienen. Solo requiere hacer un esfuerzo sincero para buscarlos.
  • SI una persona quiere ser APRECIADA (y todos lo quieren), muestre su aprecio de todos los modos posibles. A diferencia de la admiración, que podría sospecharse de insinceridad si se efectúa sin tacto, difícilmente haya modo alguno en el que usted pueda exceder el aprecio.
El aprecio casi siempre es demasiado poco. De hecho, el aprecio es casi siempre demasiado poco y demasiado tardío y se da con demasiada poca imaginación. Expresar plenamente el aprecio en los modos habituales le ganara un grado de distinción porque el aprecio raras veces se expresa plenamente, si es que se lo expresa.

Use un poco de imaginación, exprese más hondamente su aprecio le señalara como una persona a la que le es especialmente agradable hacer favores.

Busque las buenas cualidades de los demás. Muestre su aprecio.

Sea sincero. No ofrezca halagos falsos. Ser sincero significa buscar lo bueno que hay en todos los demás. Lo encontrara si lo busca con sinceridad.

Sea concreto. No se limite a decir que una persona es "simpática".

Procure elogiar cualidades concretas.

Sea cortes. Hará que las relaciones con los demás se inicien en una atmósfera de afecto y amistad.

Practique la buena educación y la gentileza con los que tenga al lado.

Sea generoso con el "gracias" y el "por favor".

Utilice los nombres. Si quiere que la gente haga cosas por usted, llámela por su nombre. Utilice el nombre de las personas. Les agrada, no se cansan jamás, es música para sus oídos. Borra la hostilidad y suaviza las opiniones contrarias.

Para convencer, hace falta escuchar. El hecho de que se le preste atención hace que una persona se sienta a gusto y se muestra dispuesta a hacer cosas que se le sugieren.

En la medida que usted de a los demás lo que quieren, ellos le darán a usted lo que quiere.


LUIS J. VINANTE
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