"Haz lo que te apasiona", "busca tu pasión", "convierte tu pasión en tu negocio"…
La pasión se ha convertido en una especie de mantra de nuestro tiempo que se escucha una y otra vez en los ambientes emprendedores.
Y no puedo estar más de acuerdo. Pero también no puedo estar más en desacuerdo.
La pasión es una energía emocional de primer orden que nos ayuda a pasar a la acción y a desplegar al máximo nuestras capacidades. Además, es un extraordinario ingrediente para disfrutar de lo que hacemos. Cuando hacemos algo que nos apasiona, realmente no trabajamos, no lo vivimos como trabajo.
Por ello, si logramos trabajar en algo que nos apasiona o lanzar un negocio que nos apasiona tendremos una extraordinaria base para alcanzar altas cotas de satisfacción, y también de éxito.
Pero este mensaje que nos insiste en emprender algo que nos apasione puede ser un arma de doble filo. ¿Qué pasa si no hay nada que realmente me apasione? ¿Y si lo que me apasiona es jugar al ajedrez? ¿Qué ocurre cuando la pasión se encuentra con la realidad del día a día de un negocio y los diferentes problemas y situaciones en las que nos vamos a encontrar?
Como en todo en estos tiempos que vivimos, hay una tendencia en la sociedad a irse a los extremos. Lo vemos muy bien en los mercados financieros que pasan de la euforia en la que la bolsa no para de subir y subir, y en un momento dado, no se sabe muy bien por qué, se da la vuelta y de repente se cae un cincuenta por ciento.
Si ponemos este tema de la pasión en el contexto más amplio del tiempo y de las generaciones, vemos que la generación del baby boom, la de nuestros padres, no pensaba para nada en términos de pasión sino de salir adelante, luego llegó la generación X, la mía, la de los que ahora nos encontramos en los cuarenta y tantos o cincuenta y tantos. Para nosotros se ha tratado de hacer una carrera profesional y de lograr situarnos bien profesionalmente. Y después llegaron los milenials y ellos trajeron nuevos valores, valores más humanistas, más de búsqueda de la satisfacción vital, la felicidad, la realización y la expresión, y la pasión pasó al primer plano. Y yo estoy muy de acuerdo con ellos pero me encuentro en conflicto interior porque, haciendo un símil con los automóviles, tengo un motor/alma milenials en una carrocería/personalidad generación X.
Sin embargo, esto no es malo en sí mismo. Si lo pensamos bien, es muy positivo porque une dos extremos para crear un enfoque que equilibra el idealismo y el pragmatismo, la emoción y la cabeza, la pasión y las realidades de la vida.
Cuando nos proponemos emprender un negocio, hemos de buscar, si es posible, hacerlo en algo que nos apasiona por todas las ventajas que esto tiene. Pero si no tenemos una pasión clara o si esta no se puede convertir en un negocio viable, hemos de buscar otro abordaje, otro approach, como dicen en inglés. En este caso, el foco lo hemos de poner en el significado y en la satisfacción.
No siempre podremos emprender un negocio en lo que nos apasiona, pero siempre, siempre podremos dotar a nuestro negocio de significado y encontrar en él altas cotas de satisfacción. Para ello, hemos de poner el foco en el servicio, en servir y aportar a la vida de otras personas, en hacer una contribución positiva a la sociedad y al mundo. Cuando encontramos esto y trabajamos y construimos nuestro negocio desde ese lugar interior y esa filosofía, la satisfacción aparece de manera automática, y también el sentido interior de propósito y de significado.
La pasión es una gran fuente de energía para lograr el éxito, pero aún mayor lo es el propósito y el significado. No hay nada más que ver lo que podemos llegar a hacer los seres humanos cuando hay una razón suficientemente fuerte, cosas que nunca llegaríamos a hacer simplemente tirando de la energía de la pasión.
Mi sugerencia es que sí, busquemos hacer algo que nos apasiona, seamos creativos y busquemos crear negocios que realmente nos apasionen, pero si esto no es posible, apoyemos nuestro emprendimiento en el sentido y el propósito, dotémonos de esa tracción, de esa energía. Y si podemos hacer algo que nos apasiona, dotemos a nuestro negocio también de ese sentido y propósito de aportar a la vida de otras personas y a la sociedad porque eso hará que experimentemos la satisfacción profunda y que nuestro trabajo tenga sentido más allá de nosotros mismos.
La satisfacción nunca se encuentra en el egocentrismo, siempre está en aportar al conjunto.
Que tengas un gran día.
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