viernes, 28 de octubre de 2022

Principales métodos utilizados en la valoración de empresas



Aunque existen varios métodos de valoración de empresas, en este articulo describiremos los principales métodos utilizados en la valoración de empresas, dos de ellos son los que con mayor frecuencia se utilizan en este proceso por parte de las firmas especializadas:

Múltiplos de transacciones comparables (MTC) y Descuento de flujos de caja (DFC). Lógicamente, como todo en esta vida, cada método tiene sus pros y sus contras. Veámoslo.

Métodos de valoración de empresas

El primero de los métodos, múltiplos de transacciones comparables (MTC), supone utilizar como referencia para valorar una empresa los ratios obtenidos de operaciones recientes de venta de otras empresas similares (es como valorar una vivienda en función del precio por el que un vecino vendió la suya).

Cuando se desea vender una empresa o negocio, la primera pregunta que surge está relacionada con el precio con el que se va a colocar en el mercado. Así, cuando se intenta identificar este importe, comúnmente lo asociamos con el valor, aunque no siempre es así ya que el valor es un concepto que tiene una mayor carga de subjetividad.

Una empresa está vinculada con muchas variables de negocio, las cuales se van modificando con el paso del tiempo. El valor, por tanto, dependerá de estas variables y de cómo hayan evolucionado en los últimos años. Es por ello que se requiere utilizar uno o varios métodos de valoración para poder determinar el precio de una empresa.

¿Qué es la valoración de empresas?

La valoración de una empresa, independientemente del método que se elija, es un proceso en el que se miden los elementos reales de la empresa, su posición competitiva dentro de su sector y sus expectativas financieras futuras.

La valoración de una empresa es un proceso que nos permite estimar el rango de valores entre los cuales se encuentra el precio de la compañía. Funciona como un instrumento de evaluación de los resultados de la empresa y de su proyección a futuro, ya que nadie compra una empresa por lo que fue, sino por lo que puede ser y ofrecer a quien la adquiere.

De esta manera, determinaremos el valor de mercado más probable, que estará íntimamente ligado a la eficacia en la gestión de la empresa en el pasado. Con independencia de lo que la empresa pueda llegar a ser en el futuro en manos de un nuevo propietario, la eficacia en la gestión será el factor fundamental que influya en el valor de la misma.

Esto tiene una derivada muy importante porque ayudará a la dirección o propiedad en la definición de las políticas y las acciones clave con el fin de crear de valor.

A un valor se llega mediante la aplicación de unas determinadas técnicas, y la utilización de diferentes técnicas pueden concluir en valores diferentes. El especialista en valoraciones deberá analizar otras variables externas a la empresa con el fin de encontrar el punto aproximado de confluencia de todas ellas.

Luego, además, tenemos el valor subjetivo de tal manera que una misma empresa puede tener un valor diferente para diferentes personas. Como consecuencia de esto se produce la habitual discrepancia entre vendedor y comprador, ya que cada uno de ellos aplica técnicas diferentes que atribuyen valores distintos a la misma empresa.

Situaciones en las que es necesario una valoración de empresas

La compraventa de empresas es la principal causa para realizar una valoración, pero también hay otras muchas situaciones en las que es necesario analizar una empresa en profundidad y valorarla. Las más habituales son las siguientes:

Decisiones estratégicas de la empresa

Las empresas deben conocer qué acciones están creando o destruyendo su valor. La valoración periódica de la empresa ayuda a orientar la estrategia y sirve de indicador de cómo de bien o mal se está gestionando.
Remuneración de los directivos

Una parte de la remuneración de los directivos de la empresa debería depender del aumento de valor de una empresa porque es parte del patrimonio de los accionistas y ellos tienen que estar comprometidos con la creación de valor para ellos.

Procesos de arbitraje y concursos de acreedores

Cuando una empresa se encuentra en situación de impago o tiene problemas judiciales, debe ser justamente valorada para, por ejemplo, pagar las indemnizaciones que correspondan.
Entrada y salida de socios

En estas operaciones es fundamental conocer el valor para poder poner precio a las acciones o participaciones que vayan a venderse o comprarse.

Conocer el patrimonio de la familia

Las empresas familiares suelen ser parte importante del patrimonio familiar. En las sucesiones y en otras muchas ocasiones a lo largo de la vida de la empresa, valorarla es necesario para poder tomar decisiones que tendrán una gran trascendencia en los miembros de la familia de las siguientes generaciones.

Operaciones bursátiles

El análisis fundamental trata de saber cuál es el precio al que deberían cotizar las empresas en bolsa. Derivado de este análisis, se realizan operaciones en bolsa de compra y de venta de acciones.

¿Qué es importante tener en cuenta a la hora de encargar una valoración de empresas?

La valoración de empresas es un trabajo técnico. Para valorar correctamente una empresa, se requiere un amplio conocimiento financiero. Al mismo tiempo, hay que conocer en profundidad el modelo de negocio de la empresa, la estrategia corporativa y el mercado en el que se desenvuelve.

Por último, pero no menos importante, es importante identificar los factores que crean valor a la empresa. Mirar más allá de los parámetros numéricos tradicionales permite a los compradores calcular mejor el verdadero valor de una empresa para ellos, y a los vendedores justificar un precio de venta más alto.

La valoración de una empresa no es una auditoría, el analista no cuestiona las finanzas dadas; tampoco es un diagnóstico exhaustivo de todas las áreas de la empresa. Desde el principio, el valorador se centrará en las áreas críticas que mostrarán dónde está el valor de la empresa.

A veces, cuando se indica el rango de valor intrínseco de una empresa, el propietario dice: «para mí tiene más valor».

La frase anterior tiene un significado muy profundo. Para el propietario, muy a menudo el fundador de la empresa, que ha dedicado toda su vida a ella, su empresa es «como un hijo» y generalmente tiene expectativas exageradas sobre su valor. Por ello, recomendamos que, si usted es el vendedor, se pongas en la piel del comprador; éste verá las cosas de otra manera y su primer pensamiento será: «Si pago todo esto por una empresa, ¿Cómo voy a ganar dinero después?».

Es muy importante entender que la valoración de empresas es una ciencia incierta, pero si se quiere vender una empresa es imprescindible hacer una valoración cuidadosa y estricta que proporcione los elementos requeridos para plantear una buena negociación con los potenciales compradores. No hay que adoptar posturas cómodas porque los compradores también harán su valoración para saber cuánto dinero están dispuestos a pagar por la empresa.

El objetivo final de una valoración va a condicionar los métodos que prefieras utilizar. El método de valoración utilizado va a cambiar en función del destinatario. El comprador siempre va a utilizar un método para demostrar que el valor de su empresa es menor, y el vendedor utilizará el método que demuestre que el valor es mayor.

Cuando se valora para negociar este tipo de transacciones, cualquier método es válido, siempre que sostenga una negociación racional. Es fundamental valorar su empresa porque es su principal herramienta para su venta.

Normalmente, se utilizan los múltiplos de EBITDA y de Ventas de empresas similares de las que conocemos el precio de adquisición. Aquí nos encontramos con dos inconvenientes que limitan mucho la aplicabilidad de este método.

El primero es identificar precisamente qué otras empresas han sido vendidas en un pasado más o menos reciente y cuáles de ellas pudieran considerarse similares a la que tratamos de valorar (mismo sector o industria, resultados recientes, oferta de productos y servicios, y estructura de capital).

El segundo es obtener la información detallada relativa a la transacción, esto es, el precio real de venta de la empresa y los resultados financieros que soportaron la fijación de ese precio.

Si el primero de estos inconvenientes mencionados es complicado de solventar porque no hay dos empresas iguales y la similitud puede ser bastante subjetiva, el segundo ya resulta todo un reto porque en muchos países, España uno de ellos, estas transacciones son privadas y no hay obligación de registrar ni informar a ningún organismo sobre los detalles de la transacción a no ser que cotice en bolsa.

Salvando estos dos inconvenientes, repetimos, muy serios por mucho que digan lo que quieran algunos profesionales y firmas de valoración, la ventaja de este método es que puede resultar muy inmediato. Lamentablemente, este método se basa en resultados pasados y no contempla lo que la empresa puede llegar a alcanzar en un futuro cercano.

Otro método para valorar una empresa

El método de descuento de flujos de caja (DFC) consiste en proyectar a futuro los resultados de la empresa y obtener el valor actual neto de los flujos de caja que supuestamente se generarán en los próximos años.

El ejercicio de proyección de resultados debe estar soportado por la lógica, la sensatez y la consistencia de la actividad futura con la pasada. Es deseable que la empresa cuente con un plan estratégico para que la proyección se sustente en planes de acción articulados por la dirección de la empresa y no en suposiciones más o menos acertadas de quien la valora.

Durante el proceso nos encontraremos con el obstáculo de estimar la tasa de descuento a aplicar a los flujos de caja para calcular su valor actual neto.

Sobre el cálculo de esta tasa podemos encontrar diversas teorías e innumerables documentos, pero es importante mencionar que no son matemáticas y no existe, por mucho que digan, una fórmula mágica para estimarla, sino el conocimiento, la experiencia y la sensatez de quien valora.

Este método tiene la ventaja de que sí pone el foco en el futuro de la empresa y no en el pasado como el anterior. Al fin y al cabo, quien compra algo “usado” no lo adquiere por los beneficios que generó a su propietario en el pasado, sino por los que puede producir al nuevo propietario en el futuro.

Ambos métodos, por otra parte, suelen ir muchas veces de la mano, esto es, se utilizan ambos con el fin de ofrecer una valoración más consistente con respecto al pasado y la actividad de empresas similares, y respecto al futuro y el potencial de la empresa para alcanzar ciertos objetivos de crecimiento.


   Ignacio Kaiser
   Director de Twice Consulting
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