Las empresas que en estos
momentos tienen más problemas son aquellas que más se han opuesto al cambio. La
mayoría de las empresas -- en estos críticos momentos a causa del coronavirus—están
obligadas a apostar por el cambio porque todo se está modificando debido a esta
situación de crisis que afectan a los mercados mundiales: el comercio, los
competidores, la competitividad de nuestro país, etc., incluso nos vemos
obligados a cambiar el enfoque de nuestra vida.
En los últimos tiempos estamos
asistiendo a innumerables procesos de regulación de empleo, el coronavirus, los
ERE´S, los ERTE´S que están produciendo cierto desasosiego entre los
profesionales de los distintos sectores de la economía. El fantasma del paro es
ya una realidad y hoy ya es normal ver en las colas del paro a profesionales
perfectamente preparados que deambulan sin rumbo a la búsqueda de una solución
a sus problemas que ellos mismo—sorprendentemente—no son capaces de resolver. Y
hoy día es normal ver—también-- como los bancos entran a saco en las
urbanizaciones donde habitan estos profesionales y ejecutan sin piedad los
créditos hipotecarios, que ellos mismo concedieron cuando estos mismos
profesionales alcanzaban ingresos más que suficientes para pagar holgadamente
los compromisos adquiridos.
Del banco no se pueden esperar
soluciones que puedan paliar esta crítica situación: Los comportamientos de los
Bancos demuestran que los principios democráticos no han calado en el universo
de las grandes finanzas. Incluso, paradójicamente en estos momentos son estos
mismos bancos los que están regulando sus plantillas, mediante la salida de
17.400 empleados. El anuncio del mayor ERE de la historia en Caixabank (8.291
trabajadores) sucede a los ERE pactados en Santander (3.572), BBVA (3.000),
Sabadell (1.800) e Ibercaja (750).
Adentrarse en el dialogo con los
bancos para frenar esta sangría es el otro calvario de los trabajadores que
quieren salvar sus casas. Y son miles de estos trabajadores, empleados, etc.
los que acuden diariamente a las distintas dependencias administrativas de los
bancos para exponer sus casos particulares, pero es una reválida que no pasan
estos incautos trabajadores porque todos ellos obtienen un suspenso en sus
pretendidas propuestas para llegar a acuerdos tendentes a salvar esta
angustiosa situación.
Y entre estos trabajadores están
los denominados “del conocimiento” a los cuales se les plantea un
verdadero reto y deberán sufrir un proceso largo y duro para regularizar su
situación. Apostar por el “networking” y consultar todos los portales de
Internet es una salida válida para permanecer en mercado de trabajo, lo que le
va a requerir actuar con sentido común y ser dinámicos y entusiastas.
Y como vía rápida contra el paro,
estos trabajadores, ejecutivos y directivos deben aunar sus esfuerzos para la
creación de nuevas unidades de negocio lanzándose al mercado e incorporarse a
estas empresas dotándolas de capital y experiencia para garantizar su
continuidad y que resistan, sobre todo, la prueba del tiempo. ¿Pero cómo
hacerlo?
En el Instituto Europeo de
Gestión Empresarial (IEGE) venimos desarrollando un programa (TAC SISTEM)
de activación de nuevas empresas, recolocando a estos trabajadores en empresas
de nueva creación más dinámicas y rentables, sobre todo de los sectores
químico-farmacéuticas, de consumo, consultoría estratégica, energía, industrias
y servicios informáticos. Cada uno de ellos en sus respectivas
responsabilidades, desde la dirección, pasando por mandos intermedios y, por
último, el personal de apoyo. Todos ellos tienen cabida en esta nueva forma de
entender el problema: todos los recursos generados por las indemnizaciones por
las regulaciones de los empleos, pueden revertir de nuevo en el circuito
económico, fomentando nuevas empresas, no con el apalancamiento financiero de
los bancos, que se olvidan de los empresarios, sino con el aval crediticio que
supone la masa económica de estos fondos derivados de las indemnizaciones por
despido o de otra índole, dotando a las nuevas empresas de los recursos
necesarios para su puesta en marcha.
Este sistema—que está teniendo
una favorable acogida—tiene una doble vertiente: por un lado el trabajador que
se acoja al sistema, es empleado de la nueva empresa con sus ventajas y/u
obligaciones sociales, y por otro, con sus fondos caucionados es inversor en su
propia empresa, lo que le garantiza su puesto de trabajo y también ver
revalorizado su dinero, como si de un inversor normal se tratara, vía
beneficios. Y algo muy importante, el trabajador no pierde la titularidad de su
dinero, solo avala a su empresa, en la cual confía plenamente y apuesta por su
continuidad. Por supuesto en este tipo de nueva empresa, el absentismo y la
conflictividad laboral brillan por su ausencia. Nadie tira piedras contra su
propio tejado.
Los requisitos para formar parte
de esta nueva modalidad son: que el trabajador esté en paro, que recientemente
haya percibido una indemnización por despido y que sepa asumir, en su nueva
etapa, los riesgos inherentes de ser un trabajador con sentido común, capacidad
de trabajo en equipo, comunicativo y flexible. El trabajo y la ambición harán
el resto.
Pedro Rubio Domínguez
Director del IEGE
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